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lunes, 20 de noviembre de 2017

El Increíble Caso de Orlando Ferraudi



Este caso contiene elementos fascinentes e increíbles respecto a otras abducciones y es por eso que decidimos dedicarle un espacio en el blog.

Este sería el primer caso de abducción en Argentina, y uno de los primeros en la historia de la Ufologia.

No es otro caso de los típicos secuestros por parte de los conocidos Grises de cabeza en forma de pera invertida, de 1 metro 20 de estatura y grandes ojos.

En este caso, los Extraterrestres parecían personas perfectamente humanas y eran muy parecidos a nosotros a nivel físico.

El testigo escribió un libro titulado ¿Y Por Que Yo? contando sus experiencias, un caso que ha sido minuciosamente investigado por los expertos argentinos Liliana Flotta y Eduardo Grosso. El Link del libro lo dejaremos al final.

El presente trabajo extraído de visionovni.com.ar (al que hicimos leves modificaciones), ha sido fruto de las entrevistas que dichos autores han mantenido con el Sr. Orlando Ferraudi en varias oportunidades. Parte del material ha sido obtenido de los trabajos de Héctor Antonio Picco para el diario “Crónica” y Sotelo Caravallo en la Revista “Cuarta Dimensión”.

A continuación exponemos el impresionante caso de abducción de Orlando Ferraudi, junto con el de Luis Cerminara y el de Julia Pretzel en donde las características son similares: seres de aspecto humanoide muy similar a los seres humanos, transporte a bordo de un disco volador y desvanecimiento con un extraño artilugio de mano que servía para ejercer control mental.

El Increíble Caso de Orlando Ferraudi: La Abducción en donde se vio el Sol Negro

Su aventura comenzó en una fría noche del mes de Agosto de 1956. Orlando (18 años en esa época) siempre fue un entusiasta de la pesca. En aquella época, su lugar preferido era una apartada zona a la vera del Río de la Plata, en la costanera norte de la Ciudad de Buenos Aires, donde hoy (años después de la experiencia), está funcionando la Ciudad Universitaria, perteneciente a la Universidad de Buenos Aires. Por aquellas épocas, el lugar (sobre todo de noche) era frecuentado por “linyeras” (nuestros vernáculos “homeless”). Orlando había tomado la costumbre de llevarles paquetes de cigarrillos y yerba mate, con el objeto de hacerse amigo de tales personas y que no lo “molestaran” durante sus noches de pesca.

Alrededor de las 23,30 horas, Orlando estaba sentado frente a la costa con su caña de pescar, en esos momentos sintió (o percibió) que alguien estaba detrás de él. Al principio creyó que era un “linyera” que venía a pedirle algo o directamente a robarle; sin embargo cuando pudo observar al Ser fue la gran sorpresa.


Éste personaje, semejante a un humano, era mucho más alto que Orlando (que mide 1,85 metros), tenía alrededor de 2,00 metros de altura, y estaba vestido con un traje enterizo color amarillo/anaranjado que emitía como pequeñas “chispas”, el traje terminaba en una capucha que caía sobre la espalda. El humanoide era muy rubio, con el pelo cortado al ras, piel muy blanca, atlético, con ojos color miel.

Lo tomó del brazo y le transmitió mentalmente que se quedara tranquilo, que no tuviera miedo, que no le iba a pasar nada malo, y que tendrían que hacer un largo viaje.

Orlando en ese momento supo que el ser (a pesar de su apariencia) no era terrestre. El testigo nos decía que había perdido la voluntad, que era imposible imponerse a las órdenes mentales del extraterrestre. En ese momento éste extrajo de dentro de su traje enterizo, un pequeño aparato que Orlando describe como una pequeña “polvera” (como las que usan las damas para su maquillaje).


El pequeño aparato (que cuando el ser lo levantaba, Orlando se sentía desfallecer) emitió una luz muy intensa. En esos momentos, el protagonista observó una gran sombra oscura que venía desde el río. Esta tenía forma de plato hondo invertido, de unos setenta metros de diámetro. En un momento aparece una rampa desde el interior de la nave. Otro ser aparece (similar al primero) y ayuda a Orlando a ascender por la angosta rampa metálica (nos decía el testigo que en un momento sintió miedo de caerse al agua mientras subía).

Penetró, acompañado por los dos seres, en una pequeña estancia sin bordes rectos, totalmente abovedada, donde la luz parecía salir de las propias paredes. Orlando nos decía que el aire parecía luminoso. Dentro de la extraña sala también había una pequeña niña que se identificó como Elena, de once años. Ésta le relato que había sido subida al Ovni desde su casa en Villa Mercedes (Provincia de San Luis – Argentina), cuando sintió ruidos en la terraza de su casa, pensando que le había pasado algo a su gato. La niña le expresa a Orlando, que no tuviera miedo, que no les harían daño.


Acto seguido, entra en esa habitación una mujer, rubia, alta, con un traje enterizo similar al de los seres masculinos. Su peinado, le recuerda a Orlando, al del personaje del “Príncipe Valiente” (famoso en los comics y en una película protagonizada por un joven Robert Wagner), también destaca su porte atlético. Esta tripulante femenina saca a Elena de la habitación, presumiblemente a otra sección de la nave.

Con posterioridad, uno de los seres le pide a Orlando que debe sacarse toda la ropa. El azorado protagonista, sin voluntad propia, obedece fielmente, aunque se queda con las medias y los calzoncillos. El ser le indica que debe quitarse todo, quedarse desnudo, ya que la indumentaria está contaminada y puede ocasionarles problemas a ellos por bacterias y virus terrestres. Cumplido el pedido, el ser toma la ropa y la introduce en una bolsa, y después la arroja dentro de un aparato parecido a un televisor, y al cerrarlo, éste se llena de un humo espeso, color verde (en este punto, es difícil no recordar el caso Vilas Boas en Brasil).

Según la explicación del ser, la estaban esterilizando y después se la devolverían. Mientras tanto le dan un pequeño “trajecito” de no más de 30 centímetros de longitud (recordemos que Orlando mide 1,85 metros). Es muy curioso el diálogo que nos relata Orlando, siempre en forma telepática con el ser: “¿Cómo me lo pongo?” Orlando descubre un pequeño orificio en la parte superior del traje y con sorpresa ve que éste se estira y se acomoda perfectamente a su cuerpo. Nos decía que era imposible sentirlo y que, le daba la sensación de estar calzado aunque no tuviera zapatos.


En esos momentos volvió la tripulante femenina con la pequeña Elena (vestida con un mono similar). Se les indicó (siempre telepáticamente) que realizarían un pequeño viaje, primero por debajo del agua, a través de la Bahía de San Borombón (al sur de Buenos Aires) hacia la costa uruguaya y posteriormente cruzarían el Océano Atlántico, en dirección al continente Africano, desde donde subirían al espacio. Según les explican, debían hacer eso para evitar la detección de los radares y que los tomaran como enemigos.

Esta etapa del relato es muy interesante, ya que le dicen a nuestro protagonista que el Ovni generaría una especie de campo particular, utilizando energía electromagnética, para sus evoluciones, ya sea dentro de la atmósfera y fuera de ella.

Dentro de lo que podríamos llamar el “puente de mando” hay comandos, pantallas y ventanas alrededor de todo el perímetro. Un mínimo de nueve seres (lo que calcula Orlando), trabajan en la totalidad de la nave.


En un momento le hacen mirar una de las pantallas, viendo que están subiendo y que la Tierra se aleja. Ninguna sensación de movimiento.

Le llama la atención el color azul de la Tierra (aunque oficialmente el primer humano que pudo contemplar este hermoso color fue Yuri Gagarin). También le muestran la Luna, que Orlando la describe de un color gris opaco. Pasan la órbita de la Luna y les hacen observar el Sol (siempre a través de la pantalla).



Aquí hay un dato muy curioso, ya que Orlando nos dice que el “Sol es negro”. Recuerdo que en aquella oportunidad, al igual que en nuestra última reunión, le preguntamos cómo podía ser esto, que seguramente había visto al astro a través de un filtro. Orlando sigue afirmando que, por lo que pudo observar él, el Sol era oscuro.

En esos momentos, los extraterrestres les informan a ambos que vuelven a la Tierra, siempre observando a través de la pantalla notan que lo hacen a velocidad vertiginosa. Asustándose y creyendo que se estrellarían, los seres les indican que gracias a los campos que utilizan el riesgo es cero. De hecho, las palabras exactas que usan para explicarles a Orlando y Elena son: “No deben preocuparse, cuando estemos cerca, vamos a formar un campo con la Tierra y no vamos a colisionar con ella”. Aquí presumimos, de acuerdo a las nuevas teorías, que estarían utilizando el campo magnético de la Tierra, e invirtiendo la polaridad, amortiguando también, de alguna manera, la inercia del aparato. Una idea que tienen muchos científicos en el presente relacionados a la investigación Ufológica.



Penetran en la atmósfera y se sumergen en la zona del Caribe; a los pocos segundos de su navegación submarina, observan en el fondo del mar, una especie de cúpula transparente, donde están estacionados varios Ovnis (Orlando estima que la estructura mediría cinco o seis hectáreas). Ante la pregunta, le contestan que es una “estación de mantenimiento”. Penetran en una especie de túnel y les dicen que van a devolverlos, pero que antes deben realizar una serie de exámenes físicos.



En otra habitación, donde hay dos camillas y un instrumental extraño, les dan a tomar un líquido espeso (similar a la densidad de la miel y sin gusto alguno) y unos comprimidos (el protagonista nos dice “pequeños huevos de distintos colores”).

Les indican que les va a dar sueño y que no se preocupen. Posteriormente los colocan a los dos en sus respectivas camillas, con un instrumento en la cabecera en forma de “U” y que tiene luces con los mismos colores de los comprimidos. Orlando no recuerda cuando se durmió y cuanto tiempo duraron aquellos exámenes.

Los despiertan y separándolos en distintas habitaciones; les piden que se vistan, con su ropa habitual. En ese momento le dicen a Orlando, que está bien físicamente, que han trabajado en su glándula Pineal. Orlando recuerda perfectamente la explicación del ser: “Ustedes nos van a ser útiles en el futuro, porque esta glándula es la única herencia nuestra que ha quedado aquí. Ya que de las cinco razas que pueblan este planeta, ninguna es propia de la Tierra; solo son restos de civilizaciones de otros planetas.


La Tierra hace mucho tiempo solo se conocía por ser el zoológico del Sistema Solar. Las razas que hoy existen han sufrido mutaciones genéticas por sus propias culpas, pero lo que les queda de lo que fueron, es la glándula Pineal. Por eso a Uds. les reactivaremos esta glándula, porque así cuando nosotros pensemos en Uds. al instante sentirán una especie de zumbido dentro de su cabeza”. Aquí es interesante señalar un fenómeno que ocurre en todos los contactados: la llamada “señal de ajuste”, un zumbido intenso que generalmente se siente en el oído derecho y que es prolegómeno de un mensaje telepático. En la casuística mundial es muy común este síntoma.

Orlando tiene muchas preguntas, los seres acceden a mostrarle las intimidades del Ovni. Nuestro protagonista puede observar dos niveles, en el superior el puente de mando y las distintas estancias en que ellos habían estado. En la parte inferior, Orlando señala que estaba el “motor”, que él describe como circular (abarca todo el diámetro del Ovni), con grandes bobinas y pasarelas entre ellas. Estas bobinas eran operadas o controladas, por seres similares a los descritos, pero vestidos con un mono azul y una especie de máscara transparente. En estas operaciones había entes masculinos y femeninos.


Sobre el funcionamiento de la nave, también le explican que: “La nave se desliza por un campo de fuerza, utilizando tres energías: Cósmica, Solar y Magnética. Con las tres o con una sola de ellas podemos movilizarnos por el espacio”.


También nos cuenta Orlando, que hubo una demostración de un arma, en este caso, nuevamente la pequeña polvera que, como una navaja suiza, aparentemente tiene varios usos. Lo hacen ver a través de una ventanilla de la nave, un pequeño objeto en forma de cubo en el exterior. El ser apunta su pequeño instrumento hacia el objetivo y este desaparece. Le explican lo siguiente: “Esto es energía pura. Cuando encuentra su objetivo, lo desintegra por completo, no quedando absolutamente nada: ni humo, ni olor, esta arma disocia todo lo que toca. Queremos que Uds. conozcan este poder que es el que usaremos, muy a pesar nuestro, si llegaran a poner en peligro la armonía estelar”. Nos preguntamos: ¿Es este dispositivo un ejemplo del Poder Vril? Aquella novela de B. Litton se hace presente en la realidad ufológica.

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